PINTURA
CUANDO LA PINTURA SE VUELVE CARAMELO
El artista únicamente conseguirá resultados positivos si trabaja en su tarea solitaria de investigador, paralela —aunque no igual— a la forma de trabajar del hombre de la ciencia…
Antoni Tàpies
CUANDO INICIÉ LA INVESTIGACIÓN de la pintura a comienzos de 2004 me centré en la pintura que habla por sí misma, sin los apoyos externos y reconocibles. Como punto de partida abordé la pregunta: ¿Qué es una pintura? Desde mi punto de vista, la pintura no es más que una agrupación de formas y de colores.
Las obras de 2004 fueron realizadas con unos planteamientos establecidos a priori: interés por la pintura-pintura (que lo sustantivo de lo representado sea la propia pintura), desarrollo de una estructura abstracta en la superficie y empleo de una metodología que impida alejarse de los argumentos indicados.
En 2005 cambié el método de trabajo. Nada estaba predeterminado antes de comenzar a trabajar. Aunque el objetivo fundamental de la investigación seguía siendo el mismo: la búsqueda de una pintura autónoma. Habría que destacar del proceso los resultados obtenidos: una pintura con características formales “diferentes” a todo lo realizado con anterioridad. Lo que más sobresale del trabajo fue la sorpresa continua a la que me veía abocado con cada gesto, con cada intervención sobre la superficie. Cada pieza resultante es diferente y esa apariencia de “no estilo” es hoy uno de mis intereses. El aspecto de las pinturas es húmedo, acaramelado, y proyectan un deleite acerca de la propia materia. Ese disfrute con la materia, sin la necesidad de que esta tenga que ajustarse a un hecho de la realidad conocido, permite conceder a la pintura plena autonomía. Hay otras formas de otorgar autonomía a la pintura, aunque en mi caso he optado por investigar en la línea señalada. Estos resultados tienen, obviamente, una relación directa con los referentes de partida: Gerard Richter, Jonathan Lasker y Juan Uslé.